viernes, 15 de julio de 2011

Punta, brazo, pierna







Juan Esteban Guarderas

‘Punta, brazo, pierna.” Repito esto en mi cabeza mientras intento provocar que mi adversario descoloque su postura para atacar. En frente tengo a Tristán, uno de los mejores espadistas del club; él hizo esgrima artística, por lo que su juego es elegante pero mortífero. “Punta, brazo…”, proyecté furiosamente mi ataque, un segundo después una luz roja daba el punto a mi adversario.

“¡¡¡Juan!!! ¡Puntia, braso, perna!”, desde el otro lado de la sala de armas Arnaud Chauffaille, mi entrenador, percibió mi pobre ataque. Él estaba a 9 pistas de distancia, todas repletas de jugadores, y de espaldas a mi juego daba una lección. “¿Cómo demonios me vio?” pensé. Un gran entrenador conoce suficientemente a sus pupilos y les siente con ojos en las espaldas.

En esgrima cuando uno ataca, jamás avanza con el cuerpo primero puesto que esto equivaldría a facilitar el trabajo del adversario acercándole el objetivo. Se dice que uno debe sentir un hilo tirar de la punta del arma, obligándonos a alargar brazo primero y luego moviendo las piernas. Es un reflejo difícil de adquirir.

Pero Chauffaille no solo sabe eso; él sabe que los consejos son asimilados mejor si el alumno está motivado y él intenta por todos los medios hacer que sus lecciones se retengan. Su estrategia conmigo fue intentar decir en español las formulas que resumen las enseñanzas. Las cosas se dieron de manera paralela, a medida que él aprendió a pronunciar bien “punta, brazo, pierna” yo fui dejando de atacar con el cuerpo.

No le tomó mucho tiempo transmitirme la lección más importante, la pasión por la esgrima. Desde el principio yo me esforcé en seguir el ritmo de sus propuestas: casi una competición por fin de semana, aumento de horas semanales de entrenamiento de 8, a 10, a 15 horas. Con igual entusiasmo como si se tratara de él mismo, intervino personalmente para que me acepten en el club Levallois, allí donde entrena Gaultier Grumier, el número uno mundial.

En el deporte existen personas con la ambición de alcanzar objetivos y la visión de la importancia que tiene el apoyo a los jóvenes motivados. Yo tuve la suerte de contar con dos: Arnaud Chauffaille y Pedro Torres, el presidente de la Federación Ecuatoriana de Esgrima. El enorme compromiso y empeño que dedico a este reto se los debo a estas personas.

En Octubre representaré al país en el Mundial de Esgrima en Italia. Hace mucho tiempo que “punta, brazo, pierna” se volvió un lema innecesario en mi cabeza, pero el maestro Chauffaille me ha provisto otro. Hace poco participó en el Campeonato Europeo, cuando fui a desearle éxito me respondió: “estas experiencias llegan pocas veces en la vida, hay que saber disfrutarlas y aprovecharlas al máximo”. Estas palabras repetiré en mi cabeza cuando esté frente a mis adversarios.

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